Iba a escribir este post ayer pero la vida, la vida.
Si lo ubera escrito ayer en la mañana como lo había planeado, en vez de ahora, este escrito sería otra cosa totalmente.
Iba a escribir sobre el año Nuevo judio, Rosh Hashana comienza esta noche. Familias judías en todo el mundo se reunirán para cenar, para ir a la sinagoga y pedir perdón por transgresiones anteriores y para pedir para el año nuevo.
Iba a escribir sobre nuevos comienzos de manera positiva, con un “y ahora qué harás diferente, qué puedes tomar del año anterior y utilizar en este nuevo, qué aprendiste, qué deseas que hubiera sido distinto…”
Pero la vida sucedió y el mundo sucedió. Y un sismo devastante sucedió. Mi hogar de origen, mi otro hogar se sacudió de su dormir activa y regresó a la vida con un temblor de 7.1 que destruyó decenas de casas y se robó demasiadas vidas.
Es difícil escribir sobre principios, sobre mirar el pasado y el futuro cuando lo único en lo que puedo pensar es en los niños atrapados en su escuela, los padres afuera esperando recibir a un hijo o a un cuerpo mientras los rescatistas trabajan como si eso fuera lo único que han hecho toda su vida. No puedo dejar de pensar en mi hogar, en tener un hogar, tu hogar, tu lugar de seguridad y comodidad y cómo cambia de pronto y se vuelve el lugar más peligroso en el que puedes estar.
La tierra tembló. Las personas temblaron. Me hizo temblar desde lejos. Algunos pedazos de mi corazón están incrustados en personas y lugares con los que no me podía contactar. Mandé mensajes. Llamé. Quería estar ahí, buscando caras. Quería estar ahí, ayudando a mover los pedazos de edificios para encontrar debajo a personas polvorientas y respirando. (También estuve muy agradecida por no haber estado ahí. Por no haber estado en algún lugar mientras mis hijos estaban en otro lado sin saber su situación. También estoy agradecida por no tener que tranquilizar, en los ojos de mi hija, las pesadillas de edificios que se mueven).
Cómo puedo juntar la devastación que está sucediendo en mi ciudad con los pensamientos de un año nuevo? ¿cómo puedo pensar en nuevos comienzos cuando tantas personas no saben dónde están sus seres queridos?
He estado hablando con amigos y familia. Estoy lo más en contacto que puedo desde lejos. Escucho lo que sucede.
Lo que está sucediendo es la belleza entre la destrucción.
Las personas se están uniendo. Están abriendo sus casas para los que perdieron la suya: para dormir, para abrigarse, para una comida caliente, para cargar sus teléfonos, para bañarse, para un abrazo. Las personas están dejando sus hogares para ayudar a rescatar a los que no tuvieron esa suerte. Las personas están vaciando los supermercados y llevando sus compras a centros de acopio. Las personas están abriendo sus redes de wifi por si hay gente que necesita ser rescatada que busca conectarse y comunicarse.
Las personas están agarradas de las manos, con los corazones.
Ha habido tantos desastres naturales y son terroríficos y son la tela con la que las pesadillas se crean. Y sin embargo, la belleza de esos terrores es ver la unidad, la esencia real de lo que es la humanidad. No importa que no saben quién esta atrapado bajo un edificio, quieren que esa persona esté viva y a salvo. No importa que no tengan hijos, quieres que se apapache y se cuide a todos los niños. No importa que estás a miles de kilómetros de distancia, sientes el dolor y el terror, envías toda la información que encuentras en medios sociales. Donas dinero y les pides a otros que hagan lo mismo.
Los desastres, como los comienzos, traen espejos a nuestras vidas. Nos volvemos en el otro. Todos tienen un pasado distinto, pero las esperanzas para un nuevo comienzo son muy similares.
México, estoy contigo. México, aquí estoy.
Se desea un “shana tova umetuka”, un buen y dulce año. Yo deseo un dulce encuentro con la unidad que es la humanidad sin tener que vivir desastres de esta magnitud. Deseo reconstrucción rápida y amorosa para el monstruo que es mi ciudad, con creatividad y memoria de lo que les sucedió a los que hemos perdido.
Les deseo a todos un feliz y fructífero año, y que los inicios comiencen con una sonrisa en vez de con un corazón apretado.