Lo impensable

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Lo que nunca pensé sucedería, sucedió. Nunca en un millón de años lo hubiera sospechado y sin embargo, así está la cosa: tengo 34 años (desde hace dos días), tengo a una bebé de diez semanas (desde mañana), tengo un marido (por casi 13 meses), tengo una Lola (o mas bien, Lola me tiene a mí por casi cuatro años); tengo mucha experiencia profesional en distintas áreas: dando clases, radio, televisión, traducción, hablando en público, hámbito editorial (y etcétera); tengo dos libros publicados (y uno o dos más en el cajón); tengo casi el primer capítulo de mi tesis doctoral (faltan un par de páginas); tengo muchos idiomas (siempre quiero más)… y todo lo que quiero hacer en este momento es: ser mamá de tiempo completo.

Sí, en serio.

¿Quién lo hubiera dicho? Yo no. ¿Quién lo hubiera pensado? Yo no, ni hace un mes hubiera sospechado que ésta sería yo a los 34.

Siempre me vi teniendo hijos y regresando a trabajar. Teniendo un par de horas al día con mi hijo y pasando el resto del día en mis propias cosas. (Y ahora, incluso mientras escribo esto no puedo resistir voltear a la izquierda mientras mi pequeña bota en su botador, escucha la extraña música que le puse y busco sus sonrisas, sus reacciones y cómo se come su puño… son deliciosamente maravillosas).

Si hace seis meses o incluso hace dos meses, cuando nació mi bebé dragón, me hubieras dicho que me iba a sentir así hubiera contestando “No… regresaré a trabajar, seré feliz, mi bebé estará bien… no puedo pasar todo el día con mi bebé, me volveré loca…”

No fui el tipo de mujer que se enamoró de su bebé al instante. La quería, claro, porque era natural, porque creció dentro mío, porque la empujé fuera y ahora me necesitaba más… pero el amor con locura que otras mamás me han descrito… esa no era yo.

Y sin embargo, en este momento (y con la excepción de mi propia mamá cuando yo era bebé) nunca he pasado tanto tiempo con un solo ser humano, y nunca he sido tan feliz.

Me he vuelto Esa Mamá, la que piensa que el día en el que su hija se empezó a chupar el dedo las puertas del cielo se abrieron para cantar el ¡Aleluya! Más grande de todos los tiempo. Soy Esa Mamá. Estoy tan consciente de mi bebé que sé que en los últimos días descubrió un nuevo tipo de llanto que se oye algo como “ayayayayayaya’ por lo que siento que en el futuro podría ser una mariachi. Soy Esa Mamá, la que hizo facetime con el marido y con la abuela el primer día en el que la bebé no durmió en la caminata porque estaba más interesada en ver el mundo, con esa mirada de curiosidad extasiada con los intermitentes árboles en contra del cielo. Soy Esa Mamá quien tiene en su horario semanal “yoga de bebé”, “grupo de nuevas mamás”, “clase de música para bebés” y una reunión de mamás en el parque y todo esto me hace súper feliz.

Me he vuelto Esa Mamá, la que se acerca a otras mamás en el parque con la esperanza de compartir la maravilla que es cuidar a seres humanos en miniatura que escupimos de nuestros cuerpos de las maneras más increíbles.

Querer quedarme todo el día con mi bebé no quiere decir que quiero dejar de lado toda mi vida. Me he dado cuenta que puedo hacer una cosa al día (durante las siestas), a veces dos. La siesta matutina equivale a escribir, las siestas vespertinas equivalen a cocinar. Un esposo empático y maravilloso equivale a que puedo hacer ejercicio 4-6 veces a la semana. Buen sistema de apoyo quiere decir que puedo tener por lo menos una cita a la semana con mi esposo y sin el pequeño vampiro que es nuestra hija. Una pareja inigualable quiere decir que puedo ir a la ópera o a cenar con amigas sin mi pequeño espécimen.

Pero sí, no quiero regresar a trabajar. Me fascina dar clases y lo extraño, pero si tengo que escoger, prefiero enseñarle a mi hija de qué se trata el mundo.

Escribir y mi doctorado siguen siendo prioridades y en esas ando, pero mucho más lento que antes y con más intensidad porque el tiempo frente a la computadora está limitado.

Seguramente volveré a trabajar en algún momento y seré muy feliz, pero por ahora, y mientras emocional y económicamente sea posible, prefiero ser mamá de tiempo completo sin culpa.

Es el únic trabajo que no solicité y para el que no estoy sobre-calificada. Es el único puesto que no pondré en mi CV cuando comience a buscar trabajos, aunque las mujeres del mundo que comparten esta responsabilidad deberían. ¡Es el trabajo más difícil, más complejo, más creativo, más maravilloso del mundo!

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